Esta vez me acerco con una nueva fábula, la del escorpión y la rana:

 

Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
– Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
– ¿Qué te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
– No seas tonta, le respondió entonces el escorpión. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
– Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
– Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.

Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:

– No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
– Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.

Qué mensaje os inspira esta fábula? Partiendo del hecho, como siempre aclaro,  que puede tener distintas interpretaciones.

En mi opinión, el mensaje es claro:

 

El peligro y la cárcel que supone identificarnos con nuestros comportamientos, con las etiquetas que nos ponemos o nos ponen, con las creencias heredadas o propias… frases como “Yo soy así, y no puedo cambiar”, “yo soy así y es tarde para cambiar”..

 

El alacrán se identifica tanto con esa idea “de matar” que llega a considerarla su esencia, su naturaleza, y siente que no puede escapar de ahí.

Qué tal, si comprendemos, que mis comportamientos, creencias, interpretaciones, emociones, forma de hablar, sentires… reflejan el punto en el que estoy, no son mi esencia, mi naturaleza, ni mi condición.. y desde esa no identificación, la evolución, la transformación es posible?

Para qué me empeño en crearme cárceles de las que no puedo salir, con el más que posible sufrimiento que esto me puede generar?
Y no diferencio entre las “etiquetas” (por decirlo de una manera genérica , en la que incluyo todos los diferentes aspectos.. comportamientos, interpretaciones, creencias…) que puedo juzgar como negativas (Soy terco, vago…) de las positivas (soy generosa, empática…) , porque como en otras ocasiones he comentado en la luz se puede dar la sombra y en la sombra la luz.. y lo que puedo juzgar como “bueno” se puede transformar en no tan bueno si pierdo el equilibrio, y viceversa..

Qué tal, si respetamos nuestra singularidad asumiéndola en cada momento como el reflejo del punto en el que me encuentro; desde la observación es decir sin juicio lo que me va a permitir que no haya rechazo y por tanto sufrimiento, al tiempo que me permite Aceptar este punto y observar si me aporta en este momento o no, y si no es así… caminar hacia su transformación, entendiendo que también puede suponer soltar algo,  deconstruirlo para crear, construir algo nuevo.

Qué tal, si dejamos de utilizar la expresión , el verbo “ser” y lo cambiamos por “esta vez me he comportado…”, “en este momento creo…” , “en este momento he sentido..”…

 

Cuanto menos nos identifiquemos con nuestro “personaje”, nuestro ego, y todas sus “artimañas” .. más posibilidad tendremos de sintonizar con nuestra verdadera esencia, nuestra verdadera naturaleza.